Guerrero inmortal
Los ángeles cabalgan tras el fuego
amparando a los soldados
caídos en batalla
algunos quemados y otros amputados
hombres destrozados y cuerpos corruptos.
En la granja de cadáveres resisto
el clamor de las moscas en mis oídos
y el pútrido perfume de la muerte
que por el aire se esparce
arrasando el luctuoso campo granate
que preñado de cuerpos se extiende.
La tan indiferente flora con fuerza se eleva
entre los míseros despojos humanos
y al observarla me ultraja sin reparo.
Al fijar mis ojos en la fauna cadavérica
supe lo que a todos nos espera
cuando los ríos de sangre se oscurezcan
se terminará por siempre la primavera.
Sólo algunos árboles lloran al caído
y tras ellos aún puedo observar
al amigo aquel que un día se pensó invulnerable
que no se equivoque
no fue su última batalla
y ahora le tocará vagar hasta llegar a finalizarla.
Los corceles en la tierra se han desplomado
pero sus jinetes
por fin
se han levantado
allí yacen los caballos
entre maleza y gusanos
mas nunca
jamás
sus inmortales soberanos.

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